¿Valdrá la pena preocuparse tanto?

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Si hay algo que realmente me caracteriza, es mi gran talento para preocuparme de las cosas, en especial de aquellas que todavía no suceden, pero sabes que van a ocurrir y empiezas a pensar y darle vueltas al asunto.

Es que, si en la televisión hubiera un programa para encontrar al más preocupado, sin duda yo lo ganaría por ventaja, y no sólo eso, destacaría también sobre mis rivales, ya que es un talento natural que me sale de mil maravillas. Como verán lo digo casi con jactancia. 

Pero mi hija ha llegado a darme una gran enseñanza al recordarme y reflexionar sobre si realmente ¿valdrá la pena preocuparse tanto? Yo no sé si es típico de madre primeriza y porque todo es nuevo para uno, pero en muchos casos me preocupo antes de tiempo. Les dije, es mi especialidad, soy realmente buena para eso.  

El colmo de las personas, como yo, que se preocupan tanto, es casarse con alguien que al contrario de uno sea super relajado y pareciera que no se preocupara por nada. A uno lo atormenta ver personas así, tan relajadas por la vida. Es casi lo mismo como ver personas que comen un montón y nunca engordan. Por eso, sí alguien es así de relajado, se puede contactar conmigo cuando quiera y yo le podría dar unos muy buenos consejos de cómo vivir preocupado, soy buena en esa materia no se irían defraudados se los prometo. Se les devolverá el dinero si no salen preocupados. (Pero que buena idea de negocio se me ha acabado de ocurrir señores, hay que usar los talentos chicos) 

Mi hija tenía nueve meses, cuando empecé a preocuparme de cómo lo iba hacer para enseñarle a caminar y dar sus primeros pasos. Dentro de mis preocupaciones estaban que no se fuera caer, romper la cabeza, cuanto tiempo iba a tomar y así sucesivamente. No alcancé a preocuparme tanto como lo hubiese querido, cuando de un día para otro se paró y empezó a caminar, sin mi ayuda ni la de nadie. Ni siquiera alcancé a comprarle un casco para proteger su cabeza como ya lo tenía previsto. 

Después  de los 6 primeros meses de vida y que se alimentara exclusivamente de leche materna, Kamilita comenzó a comer sus primeras comidas solidas combinadas con leche materna hasta al año más o menos. Yo al principio le daba colados a mi hija, es decir, comida preparada para bebes. Ya me estaba empezado a preocupar de cómo lo iba hacer para que ella se preparara a comer la comida que comíamos en casa. Alcancé a ver solamente algunos consejos por internet y nuevamente no tuve el tiempo necesario para preocuparme tanto como me hubiese gustado o hubiese sido lo normal en mi caso, cuando de un día para otro en menos de 24 horas, sin presionarla a nada deja los colados y empezó a comer la comida hecha en casa. Una vez más mi preocupación ha sido frustrada y ni más ni menos que por mi propia hija.  

Pero la guinda de la torta fue con los pañales, ya llevaba uno meses pesando en el asunto y tratando de pensar cual sería la estrategia más exitosa para que mi hija dejará de usar pañales. Cuando este fin de semana pasado, aquí en Finlandia tuvimos unos días muy calurosos y Kimmo se le ocurre sacarle los pañales a Kamilia para que estuviera más cómoda. Sin la verdadera intención de enseñarle a mi hija a dejar los pañales, ella en dos días empezó a hacer sus necesidades en el baño y dejo de usar pañales. Yo estaba feliz, fue más fácil de lo que pensaba, pero las dos primeras noches todavía le pusimos los pañales. Yo ya estaba preocupada de cómo lo iba hacer para que dejara los pañales por la noche, cuando en la tercera noche Kimmo se le olvida ponerle los pañales y Kamila despierta a media noche y dice que quería ir al baño. En tres días ya dejaba de usar pañales por completo, sin ningún mayor esfuerzo por nuestra parte y casi por accidente. Una vez más no tuve el tiempo apropiado para haberme preocupado lo que hubiese soñado.

Mi Kamila pareciera que supiera de este don tan especial que tengo para preocuparme y se ha empeñado en facilitarme la vida. ¿No es un verdadero sol mi hija?

 

Moraleja: ¿será necesario preocuparse tanto? Por qué seremos tan buenos para preocuparnos por pequeñeces, cuando todo en esta vida tiene solución. Nuestras vidas están en manos de Dios, por lo tanto, no hay de qué preocuparse. La gran enseñanza es dejar los miedos y temores, ya que no tenemos el control de todas las cosas y nunca lo tendremos tampoco.  Ahora pronto mi Kamilita Linda cumplirá los 3 años de vida y la cambiarán al grupo de niños más grande del jardín (estoy preocupada de cómo le va a ir con el cambio) pero sé que es en vano preocuparse, porque al final como siempre le va a ir bien (lo hago sólo para no perder la costumbre de vivir preocupado) 

¿Y tú te preocupas demasiado? ¿Crees que vale la pena preocuparse tanto? La vida te da sorpresas y de las buenas. 

¡¡Bendiciones y un gran abrazo a la distancia!! Muchas gracias por leer La vida tal cual es…

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