¿Por qué no saludas?

Una de las cosas que más me gusta de mi hija Kamila es lo sociable que ella es. No es para nada tímida, eso que es 50% finlandesa.  Siempre cuando llegamos a un lugar le gusta estar en contacto con la gente y siempre saluda con un hola.

La mejor parte es que cuando saluda con un hola a alguien, si por alguna razón esta persona no se da cuenta y no le responde el saludo, mi hija insiste y vuelve a repetir el saludo hasta que la otra persona la salude. Es decir, para ella es algo importante que se debe hacer y tomar atención.

Esto me recuerda de otro ejemplo, de una niña de unos 5 años que vivía en mi misma calle. Cada vez que salía en auto de mi casa, ella estaba allí en la calle jugando y extendía su mano para saludarme y no la bajaba hasta que yo también desde mi auto la saludara. A veces me demoraba un poco en saludarla, porque quería ver hasta cuando tiempo estaría con la mano extendida hacia arriba. Tengo que confesar que este saludo era tan lindo y noble que me alegraba enormemente el día.

Pero qué pasa con nosotros cuando estamos en frente de alguien que no conocemos ¿Por qué no nos saludamos los unos con los otros? Yo acostumbro a caminar por mi barrio por un sendero en el bosque, y la gente que camina al contrario del mi camino pasa con la cara mirando el suelo o simplemente ignorando que hubiera otra persona cerca. Cuando ando con mi marido que es finlandés pasa exactamente lo mismo, por lo cual no es fobia a los extranjeros o hacia mi persona.

Se ha perdido eso de saludar y en realidad  no cuesta nada es un simple acto de buena costumbre, de buena educación y lo más importante de cortesía hacia la otra persona. Pasamos desapercibidos y  estamos perdiendo lo mejor de esta vida que es interactuar y conectarnos.  Lo mismo me pasa en el ascensor, fobia colectiva todos mirando al techo, al suelo, al celular a cualquier parte, se siente el grito en silencio que dice no me hables por favor.

Como seria si todos fuéramos como Kamilita y mi adorable vecina y tuviéramos este lindo gesto de saludar. Por mi parte, cuando la ocasión lo amerita estoy saludando sin excepción de persona. Ahora lo que no he hecho todavía es repetir el saludo si no es correspondido. Tengo que llenarme de coraje y al igual que mi hija no rendirme hasta que me devuelvan el saludo.

Todo esto para que seamos una sociedad más amigable, humana y más alegre.  ¿Y tú por qué no saludas?

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